sábado, 27 de septiembre de 2008

"El problema de Bolivia es la repartición de riquezas"

El Vicepresidente del Centro de Residentes Bolivianos en Mar del Plata, Fredi Zeballos García (quien fuera dos veces mandatario y cuatro secretario del mismo), nos abrió la puerta de su casa, para contarnos como ve la situación en Bolivia desde nuestro país.

-¿En qué se centra la problemática que tiene lugar en Bolivia?
La base del conflicto en Bolivia comenzó, en un primer momento, por conseguir la autonomía de cinco Departamentos (provincias) opositores al gobierno del actual presidente Evo Morales; dichos Departamentos son Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca. Aunque éste problema trae aparejado una cuestión un tanto económica, basada en las altas regalías petroleras que los departamentos ricos piden que sean devueltas, y que el gobierno las había reducido para dar un sustento a los habitantes bolivianos. En definitiva el problema recae en la repartición de las riquezas, es muy poco equitativo que la economía boliviana este en manos de veintiún familias adineradas.

-¿Considera que es un problema meramente económico, o también intervienen factores sociales y políticos?
El problema no es sólo económico, sino también político ya que las personas que intervienen en él, pertenecen a la “Media Medialuna” (los departamentos anteriormente mencionados) y no comparten las ideas socialistas de Evo Morales. A su vez, pasa por un conflicto social o racial, ya que Morales es el segundo presidente con descendencia aborigen latinoamericano, después de México. Además, es posible visualizar la continua discriminación entre los originarios, el setenta por ciento de la población, y los ‘blancos’.

-¿A qué atribuye la creación de ‘grupos violentos’ contra los campesinos, como en los que se responsabiliza a Leopoldo Fernández, el Prefecto (gobernador) del departamento de Pando?
Leopoldo Fernández pertenece a los grandes terratenientes - oligarcas bolivianos y pretende demostrar su ‘poder’ implementando la fuerza física, fue el único prefecto de la “Media Luna” en realizar semejante aberración. Se cree que contrato a sicarios peruanos y brasileros para atacar a los propios campesinos de su departamento, por la anterior cuestión racial; y la preocupación de Fernández es netamente económica. Ante esta situación, el presidente se vio obligado a declarar el Estado de Sitio en dicho departamento.
En definitiva creo que los grupos violentos se constituyeron para demostrar el poder que tiene Fernández, porque los campesinos se defendían con instrumentos bastante rudimentarios, mientras que los atacantes lo hacían con armas.

-¿Cree en la posibilidad que el conflicto culmine en una Guerra Civil? No, hasta el momento las Fuerzas Armadas bolivianas están obedeciendo al mando supremo, que es el presidente de la República. En un comienzo se había optado por el diálogo, pero este se quebrantó al pedir la liberación del prefecto Fernández. Además, no debemos olvidar que atrás de esto hay intereses económicos, que no van a permitir que el conflicto avance aún más. Sería un tanto imprudente por parte de las grandes potencias, que en Bolivia se desate una Guerra Civil, porque el campo de batalla se convertiría en un campo minado y algunos países, incluyendo Argentina y Brasil, dejarían de ser abastecidos por combustible, sería un caso similar al de Irak.

-Comparando la situación boliviana con Chile en 1973, antes del derrocamiento de Salvador Allende… ¿Piensa que culminará con un Golpe de Estado?
No. Desde mi punto de vista, no se intenta derrocar a Evo Morales como ocurrió con Allende. A pesar que en ambos casos los dos presidentes pertenecen a una vertiente socialista, en Chile los militares fueron los que se opusieron al gobierno y los que no siguieron las órdenes del presidente. En este caso, las Fuerzas Armadas no presentaron resistencia, todo lo contrario, obedecieron fielmente las órdenes establecidas por Morales. Además, en la disputa son los campesinos y los centros cívicos los que tienen una participación activa dentro de la problemática, y por su parte el Ejército sólo interviene para evitar mayores agresiones.

-¿Considera que este enfrentamiento haya sido apoyado por alguna potencia extranjera o por los intereses de otros países?
Definitivamente, como todos podemos saber, este problema está respaldado por los intereses de Estados Unidos. Por lo que Evo Morales se vio obligado a retirar al embajador estadounidense, Philip Goldberg, y lo declaró “persona no grata”, por contar con ciertos antecedentes de provocar situaciones similares, como por ejemplo en Varsovia. Por su parte, en estos momentos, los países sudamericanos están avocados en la última reunión de la Unasur para promover la unidad de Bolivia. Además, si cae Bolivia esto va a comenzar a provocar un efecto domino.

-¿Tuvo la oportunidad de comunicarse con personas que residan en Bolivia?
Si, con mis hermanos, uno de ellos vive en Santa Cruz de la Sierra y el otro en Tarija. Pero ambos se encuentran lejos del sitio con mayores problemas, Pando, que está al norte, en la frontera con Brasil.

-¿Cuál es la posición de ellos frente a este conflicto?
La posición de mi hermano, el que vive en Santa Cruz de la Sierra y que tiene un cargo político, es en contra del gobierno de Evo Morales, casualmente hace unos días me comuniqué con él e indignado me decía que no podía creer que Morales haya ganado dos veces las elecciones. Pero su postura es un tanto subjetiva, porque se encuentra ubicado en una zona que está en conflicto con el propio gobierno y en contra de los mismos campesinos.

-Para usted, ¿Cuál sería una posible solución?
Una pacífica, que estas personas acepten que ya van obteniendo su autonomía. Aunque de todos modos, por más que logren alcanzar una ‘autonomía absoluta’, el propio gobierno va a redistribuir las ganancias que perciban. Pero es necesario saber el motivo por el cual la piden, por un lado Pando es un departamento potencial de materias primas, como las gomas, para hacer las cubiertas, Santa Cruz porque tiene grandes reservas de petróleo, Tarija y el resto de los departamentos se encuentra en situación similar.

sábado, 6 de septiembre de 2008

El cielo sin gigantes

El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió la mayor ofensiva terrorista de su historia, que culminó con la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, de otro edificio contiguo y parte del Pentágono, en Washington.

Las palabras Tercera Guerra Mundial rondaron la mente de muchos, incluidos líderes políticos y medios de comunicación, que sin decirlo directamente, atribuían los atentados al mundo árabe. Numerosas voces en todo el mundo pidieron tranquilidad y pruebas certeras sobre la autoría de los atentados, antes de adoptar cualquier medida.

Pero ¿y si el culpable hubiera sido, efectivamente, algún grupo extremista musulmán como el del multimillonario saudí Osama Bin Laden? ¿Se criminalizaría por ello a todos los países árabes? ¿Sería la alegría mostrada por algunas poblaciones musulmanas que vivían desde hace meses e incluso años una situación de conflicto, suficiente justificación para implicarlos?

La respuesta negativa parecía obvia, pero estas muestras de “alegría” por el ataque contra Estados Unidos, deberían hacernos reflexionar a todos sobre la actuación de toda la comunidad internacional respecto a conflictos armados como el de Israel y Palestina.

El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel, la insuficiente implicación del resto de los gobiernos occidentales en la búsqueda de la paz y la escasa influencia de organismos como la ONU para resolver el conflicto, sólo están consiguiendo que el mundo se divida en dos partes enfrentadas: por un lado, los países árabes y, por el otro, el resto de países, incapaces de cuestionar las decisiones de la Casa Blanca. Entonces ¿De qué sirve alimentar el odio entre los pueblos?

Estos atentados son el resultado de varios años de decisiones políticas y militares de Estados Unidos prepotentes en distintas partes del mundo, y de la escasez de liderazgo e influencia mostrada por los países europeos. Todos coincidimos en que nada podrá nunca justificar la muerte de las miles de víctimas de estos actos terroristas. Nadie duda que fue un atentado contra la libertad y la democracia. Pero también fue la consecuencia de una determinada forma de detentar el poder político que ejerció, y aún ejerce, Estados Unidos en materia exterior, de guiarse sólo por intereses económicos y estratégicos que necesitan de los enemigos para seguir recogiendo beneficios.

Todos los días es lo mismo: levantarse, metro, trabajo, dormir, y la semana transcurre con un ritmo constante como si nada pasara. Pero un día, como el martes 11 de septiembre ocurrió algo inesperado, que te paraliza, te shokea y que incluso provoca un temor nunca antes sentido.

Una explosión enorme, ruido, bomberos, policías todos dirigiéndose hacia un mismo sitio, algunas personas corriendo, otras saliendo de sus puestos para ver que ocurría. Jamás había presenciado una movilización y un desastre de esa magnitud, recuerdo haber estado en la oficina, como era habitual en esa época, cuando de repente se escuchó una explosión inmensa.

Luego salí hacia la acera, para ver que sucedía, me paralicé y en ese instante, al comprender que eran las ‘Twin Towers’, me senté, sosteniéndome la cabeza con las manos. Muchos lugares de Manhattan fueron cerradas como el Grenwich Village, el Soho, Tribeca, San Marcs Platz, el puente de Brooklyn, Batery Park y Wall Street, exceptuando Central Park.

Al día siguiente, el miércoles, el viento vino hacia el norte con lo que se extendió por toda la ciudad un olor a quemado y plástico, la gente llevaba mascarillas. Los días posteriores, se basaron en buscar e intentar rescatar a las personas que estaban entre los escombros de las torres, también se buscó normalizar la situación en la cuidad, porque los buses no funcionaban y las líneas de metro habían sido suspendidas.

El atentado, para mi, dejo una gran secuela en todos los habitantes, incluyendo al personal público, ya que ante cualquier aviso de bomba la gente entraba en pánico y, simultáneamente, se desalojaba el lugar.
Nunca antes había visto algo semejante, huí de la Argentina buscando seguridad, pensando que en Estados Unidos estaría lo que yo tanto anhelaba, lo cual resulta paradójico ya que antes de ese día jamás me había sentido tan inseguro y desequilibrado. A pesar de no haber perdido a ningún ser querido en la tragedia, hablar de este episodio me resulta bastante traumático.

Lisandro Correa

miércoles, 30 de julio de 2008

La impunidad: Una bomba de tiempo

El 17 de marzo de 1992 se produjo una explosión que destruyó a la embajada de Israel en Buenos Aires, provocando la muerte de 29 personas e hiriendo a otras 242.

Dos años más tarde, el 18 de julio de 1994 a las 9:53 am una segunda bomba destruyó la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicada en Buenos Aires, Argentina. Allí residía la más grande comunidad judía de Latinoamérica.

En cuestión de segundos la explosión arrasó con la sede de la organización judía más emblemática de nuestro país y con todo lo que estaba a su alrededor, dejando como secuela la muerte de 86 personas y más de 200 heridos.

Pánico. Ambulancias. Gente corriendo. Vidrios rotos cayendo de las ventanas de los edificios, cubrían toda la calle. Gritos que surgían de la multitud, mezclaban historias milagrosas y trágicas casualidades del destino.

Aún hoy continúa la impunidad: los servicios de inteligencia encubrieron la investigación y la desviaron. Muchos hicieron política, otros ocultaron deliberadamente la verdad y otros hicieron fortunas sobre la sangre de estos inocentes.

Numerosas sospechas girando en torno al ex presidente Carlos Menem. Impunidad, corrupción, intereses políticos son muchos de los motivos que trajo aparejado este atentado.

Es realmente increíble que a pesar de haber transcurrido catorce años, se desconozca el por qué de lo sucedido, que se haya dejado de lado las acusaciones a los implicados en la causa y que no se haya logrado cumplir el pedido de justicia.

La historia ha demostrado que cuando el Estado y la Justicia dejan impunes delitos de “lesa humanidad”, éstos terminan afectando y violando a los derechos y las vidas de sus ciudadanos.

A catorce años del atentado, la justicia permanece sorda a tan fuertes explosiones, insensible a tanta desgracia y muda para revelar quiénes fueron los culpables.






La corrupción en nuestro país es algo cotidiano. Hace más de 10 años que se realizó un atentado a la AMIA, la bomba se llevó muchas vidas inocentes. Un hecho que sigue impune, como tanto otros.


Desligar el atentado a los políticos de turno en ese momento es casi algo ilógico. Algo tan grave como la muerte de 29 personas por instalar una bomba, y que para colmo no se llegue a solucionar el caso hace pensar que el institucionalismo está corrompido e impide que se llegue a la verdad.

Por todos lados escucho a gente que se queja, que critica a Menem y a todos los políticos que se encontraban en ese momento - y no está mal - pero luego ganan las elecciones. No hay que olvidarse que Menem le ganó a Kirchner, pero “nadie” lo votó.


¿Cómo es posible que saque más del 50%? ¿Cómo es posible que nos estén legislando en este momento? La justicia tiene que llegar, y hay que pedir por ella. Pero si la sociedad en su conjunto no actúa, con el voto o saliendo a las calles protestando por sus derechos; entonces, las palabras se las termina llevando el viento.



Héctor M

sábado, 5 de julio de 2008

Amigos

La palabra amistad proviene del latín Amicus; amigo, que posiblemente se derivó de amore; amar. Aunque se dice también que amigo proviene del griego a; sin y ego; yo, entonces amigo significaría "sin mi yo", con lo cual podríamos considerar a un amigo como al otro yo.

La amistad anima el alma y estimula el corazón. Se conocen sus efectos beneficiosos para la salud: activa nuevas áreas del cerebro y libera sustancias hormonales que favorecen la relajación y el bienestar. Además, es como un espejo que refleja nuestra imagen ampliada. Nos hace crecer y madurar, ayudando a forjar nuestra personalidad y nuestras relaciones sociales con quienes nos rodean.

Un profundo sentimiento de amistad activa áreas muy particulares, generalmente infrautilizadas en el cerebro, que secretan una mezcla especial de sustancias bioquímicas. La colaboración, el intercambio, el reconocimiento del otro, cierran el paso a la agresividad, la desconfianza o la defensa del territorio. El apoyo emocional que conlleva toda amistad y la alegría compartida activan el sistema inmunológico.

Tener amigos nos sirve de refugio donde, en caso de necesidad, podemos encontrar ayuda y consuelo sin tener que dar nada a cambio. La amistad no es posesión, ni exigencias, ni obligaciones sino libertad y apoyo mutuo.

A lo largo de la vida vamos estableciendo numerosas relaciones interpersonales en las que volcamos nuestro afecto, de una forma más o menos intensa, dependiendo de la afinidad que sentimos por esas personas, de la intensidad y frecuencia de la relación y de la reciprocidad afectiva que advertimos en ellos. De forma más o menos inconsciente, damos cariño esperando que éste obtenga cierta resonancia en la persona querida, de tal modo que esta persona también nos dé cariño a nosotros, lo que supone un reconocimiento, una reciprocidad y el establecimiento de un vínculo afectivo como es la amistad.

"La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas." Aristóteles

Considero una verdadera amistad cuando existe una unión desinteresada, cordial, abierta, en la que hay un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del amigo; se debe cultivar con pequeños detalles de gratitud por todo lo que se recibe de ella.

La amistad comienza por la simpatía y el agrado que se sienten al encontrarse personas que tienen cosas en común. Te empiezan a interesar las cosas del amigo y vos encontras con gusto que a él también le importan las tuyas. Es muy agradable saber que contas con alguien que te quiere y te comprende, que comparte muchos de tus gustos y de tus ideas.

Sin embargo, no se limita con esto, la verdadera amistad tiene ciertas características y exigencias. El amor en la amistad se convierte en amor incondicional, cuando buscas el bien de tu amigo, cuando respetas sus ideas, cuando lo aceptas tal y como es, cuando lo ayudas a crecer y superarse.


Paloma Herrera.

sábado, 14 de junio de 2008

El Estado incompleto

Cuando hablamos de desacato a los derechos humanos, nuestra memoria nos remite al periodo de la última Dictadura Militar. El haber vivido en un país que durante esa “larga noche” de siete años sufrió la sistemática violación de aquellos, por agentes estatales, nos coloca en una posición de mayor responsabilidad frente a la necesidad de incorporar en nuestro lenguaje cotidiano y acciones concretas, la defensa y promoción de todos los derechos humanos.

En ese período, los crímenes de lesa humanidad perpetrados por aquellos hombres, alcanzaron niveles sin precedentes de pasividad y crueldad que horrorizaron al mundo entero. Pusieron en marcha una maquinaria de muerte en nombre de los valores de la Patria, fueron, los más indignos representantes de los principios sostenidos por los próceres de Mayo, valores que fundaron nuestra nacionalidad.

Para construir una verdadera cultura de los derechos humanos, donde incorporemos como parte de nuestro hacer y actuar cotidiano la irrestricta valoración, respeto y defensa permanente de los mismos, es necesario ampliar nuestra mirada y entender que la verdadera cultura que debemos construir es la de “cultura por la dignidad humana”. Es decir, tenemos que trabajar permanentemente porque se respete el decoro de las personas.

Así como fuimos incorporando muchos conceptos, que antes del Golpe de Estado no estaban presentes en nuestras preocupaciones habituales, hoy debemos ocuparnos de entender y difundir que los hombres y mujeres no solo deben ser respetados en sus derechos políticos y civiles. Deben tener la posibilidad de ser ciudadanos activos de sus sociedades, sin ser perseguidos, torturados o asesinados por defender estos derechos, sino que también son sujetos plenos de otra serie de valores.

Cuando hablamos de Derechos Humanos, no solamente nos referimos a ser reprimidos, sino también, tenemos el derecho a una educación de calidad que nos permita desarrollarnos como personas, a un sistema sanitario que garantice nuestra salud y calidad de vida, a una seguridad social que nos permita tener una vida adecuada después de nuestra labor activa, a salarios justos que nos permitan satisfacer necesidades e integrarnos plenamente a la sociedad y a participar de los beneficios de la riqueza engendrada por el Estado.

Vivimos o sobrevivimos en una Democracia incompleta, con ciudadanos incompletos. Los argentinos recuperamos y aprendimos a valorar las libertades civiles y políticas que nos había robado el “Proceso”, pero los gobiernos democráticos que siguieron no pudieron o no quisieron recuperar para todos el bienestar que legítimamente nos corresponde como ciudadanos. El Estado se ha vaciado y solo protege a un grupo de privilegiados que vive dignamente. El resto de la sociedad se ha quedado sin él.

Todos los que salimos a la calle en cualquier ciudad argentina vemos como día a día crece la pobreza en nuestro país. Cada vez son más los chicos que duermen, trabajan o piden limosnas en la calle. La gente busca su sustento en lo que desecha el resto de la sociedad. Un sistema público de salud desmantelado y colapsado por una demanda cada vez mayor. Escuelas estatales con deficiencias edilicias y de aprendizaje, espacios de contención de muchos niños con familias ausentes. Villas de emergencia que crecen hacia los costados y, últimamente, también hacia arriba. Largas colas en busca de empleo o de algún plan social para poder sobrevivir. Jubilados y trabajadores que esperan haberes dignos para ser dignos. Jóvenes sin futuro, que tramitan pasaportes y dobles ciudadanías; y otros cuya inevitable muerte ya sentenció el “paco”. Ciudadanos anónimos, ausentes, olvidados; fruto de políticas públicas nefastas que los relegaron del desarrollo nacional y los dejaron librados a la ley de Darwin…víctimas de una flagrante violación de derechos.

A casi doscientos años de aquella gesta gloriosa que vio nacer nuestra Patria, este bicentenario nos propone un desafió. No se trata de embanderar avenidas o armar actos con palabras grandilocuentes. Es la oportunidad para recuperar esa Nación que soñaron San Martín y Belgrano. Es el momento de reconstruir un Estado nacional comprometido con toda la gente, sin ningún tipo de exclusiones.

Si nos sumergimos en la historia en busca del ejemplo, encontraremos aquellos principios fundadores de la Patria, que los hombres de Mayo proclamaron para transformar la tierra que amaban. No es necesario inventar nada, solo hay que recuperar esas proclamas que nos servirán como guía para esta reconstrucción tan ansiada. Parafraseando a un escritor rioplatense, serán viejas banderas para nuevos mástiles.

Belén Acosta.

sábado, 24 de mayo de 2008

La Patria pertenece a todos...

La Patria pertenece a todos, y no solo a unos pocos.

Debemos utilizar su nombre para hacer perdurar sus costumbres y tradiciones, así como para mantener el conocimiento de sus derechos, no para vanagloriarla en discursos políticos, que la utilizan para ocultar su falta de respeto a ella.

La Patria para algunos es solo un concepto abstracto, y para otros el patriotismo es un estilo de vida comprometido con su país. Se torna dificultoso equilibrar el sentimiento, algunos lo convierten en altruismo, y otros la ignoran, siendo ambos un ejemplo de mala interpretación del sentido por el cual se apela a ella.

De esta manera surge, además, la xenofobia, la etnoculturación, que incrementan el odio y el desprecio por culturas y países ajenos. A veces, el deseo de los países de aferrar el nacionalismo a su gobierno, comete la falta de ignorar la libre determinación de los ciudadanos de otros países a recorrer suelos extraños, en tanto impiden el ingreso y la permanencia en el territorio, ejemplos de esto son algunas de las políticas migratorias.

No debemos confundir patriotismo con sentimiento de superioridad de nuestro país por sobre otros, sino, más bien, respeto y compromiso para aprender a reconocer nuestra participación en él, para luego respetar a su vez otros países.
Si logramos estar en conformidad con lo nuestro, tal vez consolidemos el orden en el trato internacional, por muy utópico que pueda entenderse.


La patria es un sentimiento, lo que uno siente por el lugar donde se crió y todo lo que implica la idiosincrasia. Dentro de los valores morales está el recuerdo de las fechas patrias y la memoria por aquellos que defendieron a capa y espada la independencia del pensamiento.

Mariana Peña